01 enero 2020

ENTRE EL PERIODISMO DE GUERRA Y UN ERROR DEL GOBIERNO*



El gobierno ha venido aprobando los exámenes más exigentes en sus primeras dos semanas de gobierno. La selección de colaboradores es muy prometedora con la ampliación de gente muy capacitada y que incluso abarca a los que hace poco eran críticos del kirchnerismo. Alberto Fernández supera, con enorme solvencia y convicción, todos los reportajes en terreno adversario, aunque la calificación correcta debería ser “enemigo”. La mano que generosamente les tiende el presidente al gigantesco multimedio y multiempresa Clarín, no ha encontrado eco en los columnistas y editorialistas del autocalificado “periodismo de guerra” contra los intereses populares. Dejo de lado a “La Nación”, socia y cómplice de Héctor Magnetto, que aún sigue llorando la derrota de Mauricio Macri y que, próximo a cumplir 150 años, mantiene inalterable una conducta de un siglo y medio de representación de los intereses agropecuarios, de los foráneos; y en las últimas décadas, también de los financieros.
Hasta el periodista menos informado conoce el adjetivo “congelamiento”. Está claro que se congelaron las tarifas por 180 días, es decir que por ese período no habrá aumentos, pero no se congelaron las jubilaciones porque en el mismo espacio de tiempo hubo un aumento en diciembre, habrá otro en marzo y uno posterior en junio. Lo que se suspendió, o para usar la misma terminología se congeló, es la aplicación de la fórmula de actualización aprobada en diciembre del 2017 en medio de enormes movilizaciones en su contra, cuando Cambiemos decidió, después de obtener casi el 42% de los votos en las legislativas de octubre de ese año, ir por las denominadas reformas estructurales, eufemismo que se utiliza para amputar o precarizar derechos obtenidos. Por eso no es inocente ni mucho menos, que Clarín titulara en tapa el sábado 21-12-2019: “Votan la emergencia sin congelamiento para las jubilaciones de privilegio”. Y que el mismo día, en el mismo diario, el licenciado en filosofía Miguel Wiñazki, escribiera: “La vida de los jubilados luego de esta ley, queda devaluada hasta las lágrimas”. Que Luis Majul hable de congelamiento de jubilaciones en el reportaje al Presidente; que Joaquín Morales Solá en su columna del domingo 22 de diciembre en La Nación, escribiera: “Toneladas de piedras cayeron sobre el Congreso cuando Mauricio Macri sacó la nueva fórmula para actualizar el salario de los jubilados en diciembre del 2017. Aquello no era nada comparado con el brutal congelamiento de ahora de todas las jubilaciones, menos de algunas”. El lunes 23 de diciembre, el columnista de Clarín Fernando González escribió: “Pero luego se sumaron el congelamiento de las jubilaciones que están por encima de la mínima…..”. Se podría seguir transcribiendo falsedades como las detalladas, pero lo expuesto resulta representativo. Está claro que usar la mentira como verdad, es ya una práctica inveterada, una segunda naturaleza del periodismo de guerra.
Ahora pasemos a lo que en opinión del autor de estas líneas es un error del gobierno. No desconozco que si las contribuciones y aportes jubilatorios financiaban en el 2015 un 58% de las jubilaciones cubriéndose el resto con impuestos, las sucesivas quitas realizadas durante el macrismo de los aportes previsionales lo redujeron en aproximadamente 10 puntos, obligando a solventar más del 50% con impuestos recaudados. Tampoco desconozco que desde hace muchas décadas las políticas de arrasamiento económico han desbalanceado muy desfavorablemente la relación óptima de 4 activos por pasivo reduciéndose la ecuación a menos del 1,5 activo por cada pasivo. Tampoco escapa a mi conocimiento que el enorme Fondo de Garantía de Sustentabilidad, un fondo anticíclico para ser usado en momentos de crisis, resultado de la revolucionaria medida kirchnerista de estatización de las AFJP, tenía en el 2015 63 mil millones de dólares y el macrismo lo redujo sin precisión a entre 20 y 25 mil millones dólares. Todo lo expuesto conforman condicionantes clarísimos. 

Una vez expuestas las limitaciones, se debe asegurar que la redistribución de los ingresos no se debe realizar entre los que están bajo la línea de pobreza. El bono de $ 5.000 a pagar en diciembre y enero es para los que cobran la asignación mínima de $14.068,00 para llegar a $19.068,00. Esa pasa a ser la jubilación mínima para todos aquellos que estaban entre $14.068,00 y $19.068,00, siendo el valor del bono adaptado para llegar al objetivo.
Y aquí viene lo que considero un tiro en el pie: los que ganan por encima de 19.068,00 no acceden al bono. Es cierto que si se hubiera mantenido la fórmula de actualización hasta marzo, en el que el gobierno fijará un aumento, todos los jubilados que no perciben el aumento estarían en la misma situación actual. ¿Pero en qué concepto de equidad cabe que el que gana $20.000 no es merecedor del bono si tanto el como el que ganaba $ 14.068,00 están bajo la canasta básica que en octubre estaba en $35.700,00. Si se agrega el 4,3% de noviembre y el aproximadamente 5% que se pronostica para diciembre, llegaremos a alrededor de $39.096,00. El haber jubilatorio mínimo como se puede observar, cubre a diciembre menos de la mitad de la canasta básica. Y todos los que están por debajo son indigentes en términos estadísticos y mucho más en la vida real. Esto al mismo tiempo que no se aumentan significativamente las retenciones al gas y al petróleo.
Aparte de la inequidad que resulta, el gobierno debe ampliar su base de sustentación ante las medidas que necesariamente deberá tomar dada la magnitud de la crisis y que alentará a acciones fuertemente enfrentadas de los sectores afectados.
No hay una decisión equitativa que haga justicia en un campo de injusticias. Pero hay criterios que se pueden aplicar que son menos injustos y que se pueden explicar con argumentos razonables. Por ejemplo: deberían cobrar el bono todos aquellos jubilados que estén 30% sobre la línea de pobreza, o sea que están por debajo de los $ 50.824,00 a diciembre.
Soy aún más categórico en relación al futuro: no se deben achatar las jubilaciones ordinarias teniendo en cuenta que el tope es de $ 103.000,-
¿Es rico un jubilado que alquila y que tiene por ingreso aquel monto, con las tarifas dolarizadas hasta ahora, con los medicamentos a niveles astronómicos, y con un costo de vida desenfrenado? Es cierto que se puede pedir solidaridad y que por un tiempo determinado no se les actualicen sus haberes, con el compromiso de resarcirlos en un plazo determinado. 

La redistribución debe hacerse con los grandes beneficiarios del modelo agro-minero- exportador y especialmente en el sector financiero.
Es cierto que el gobierno ha tomado medidas posteriores que alivian a los ciudadanos en general y en particular a los jubilados: el congelamiento de las tarifas, la reducción de la tasa de interés entre 11 y 12 puntos  en los préstamos del ANSES y la suspensión  de las cuotas de amortización de los próximos tres meses (enero, febrero y marzo), junto con una reducción del 8% en los medicamentos.  
Hay que evitar los tiros en los pies, eso que en el tenis se conoce como errores no forzados. Y si son forzados apuntar hacia los que se enriquecieron, como otras medidas intentan dirigirse. Con los indigentes no. Con los que sobreviven relativamente dignamente sí se puede pedir un sacrificio temporario. Alberto Fernández que es profesor de derecho lo sabe.
Pero más que a los códigos hay que recurrir al pensamiento de Eva Perón. Evitar aquello que “cuando el rico piensa en los pobres, piensa en pobre” Cambie rico por muchos de los integrantes de las clases medias, y muchos “progresistas” y no va a haber diferencia.
Entre el periodismo de guerra y un error del gobierno se han concretado muchos aciertos.
Eso no implica de ninguna manera omitir errores.
Y con relación al periodismo de guerra, sin decir que se había equivocado en el mejor de los casos, Joaquín Morales Solá, una semana más tarde escribió en “La Nación”: “A los jubilados les suspendió la fórmula de Macri, pero no les congeló salarios”
Delicias del periodismo que se define como profesional y crítico. Esto último sólo de los gobiernos que no se alinean con los intereses que representan los llamados medios “independientes”
29-12-2019
·         Publicado en la  Tecla Ñ                              






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