10 marzo 2019

ESPINAS EN EL JARDÍN








Sarmiento denominó a la provincia el Jardín de la República. Ahí se declaró la independencia, incitada vehementemente por San Martín y Belgrano. Primero sólo de España y ante la ira de San Martín se le agregó “y de cualquier otra dominación extranjera.”
Pasaron muchos años. Ahí se practicó tempranamente el terrorismo de estado bajo la presidencia de Estela Martínez reprimiendo los sueños dramáticamente equivocados del ERP, de declararlo territorio independiente. Luego la dictadura establishment militar lo convirtió en un banco de pruebas de las prácticas más deleznables.  Y unos años más tarde, un asesino como el general Antonio Domingo Bussi, fue elegido democráticamente gobernador. Aún se recuperan huesos del Pozo de Vargas.
Todavía se recuerda en esa tierra dolorida a Hilda Guerrero de Molina militante del sindicato de trabajadores de la industria del azúcar FOTIA asesinada durante las manifestaciones contra el cierre de los ingenios azucareros.
 Últimamente Tucumán fue proclamada provincia PROVIDA, y el gobernador peronista Juan Luis Manzur,  ex Ministro de Salud de Cristina Fernández, encabezó las marchas contra la despenalización del aborto.
Ahí una niña de 11 años fue violada y embarazada por la pareja de su abuela y tuvo dos intentos de suicidio. Detectado el embarazo, en la semana 16, la burocracia estatal SIPROSA(Sistema Provincial de Salud)  tardó un tiempo precioso en responder a la madre que quería que se le practicara un aborto y los ruegos de la niña que pedía desesperada: “Quiero que me saquen lo que el viejo me metió adentro”
El Hospital Evita fue prácticamente tomado por los PROVIDA, muchos de los cuales solo les importa la vida desde la concepción hasta el nacimiento. Luego la vida se devalúa con la pobreza, la indigencia, el trabajo infantil. Ahí la vida les resulta indiferente
 Los defensores de las dos vidas presionaban sobre la madre y la niña para que no abortara, ejerciendo todo tipo de presiones.
El caso de Lucía está tratado en el Código Penal de 1921. Es decir que aún con la legislación de hace 98 años, prácticamente un siglo atrás, este aborto es no punible.
El secretario de salud Gustavo Vigliocco, hizo declaraciones públicas absolutamente falsas afirmando que la niña era robusta para la edad y tanto ella como la madre querían llegar al final del embarazo. Todo con la complicidad de la Ministra de Salud Roxana Chalha y de la directora del Hospital Eva Perón Elizabeth Ávila. A ellos se sumó el Arzobispo de Tucumán Carlos Sánchez, designado en el 2017 por el Papa Francisco, quien en contra de las disposiciones legales dio el nombre de la niña.
Periodísticamente se la ocultó bajo el nombre de Lucía. Cuando la burocracia aceptó el oficio emitido por la jueza Valeria Judith Brand, ante el riesgo de perder las dos vidas, ratificado ahora si por el gobierno de la provincia el problema pasaba por encontrar un médico que lo hiciera.
En la Provincia PROVIDA, la represión social a quien se anima a ir contra la corriente es enorme. No hay médicos en el sistema público con la valentía de hacer la operación.  
Aquí aparece en escena el Dr. ginecólogo, cirujano, José Gigena casado con la ginecóloga Cecilia Outsset, de formación católica y que mandaban a sus cuatro hijos, de 16, 13,11, y 10 años al colegio religioso Santa María, el que se pone la situación sobre sus hombros.      
Su mujer, en contra del aborto lo acompañó para apoyar a la niña. Cuando llegan al Hospital al que nunca habían entrado y conocen a la niña, es pequeña, infantil jugando con unos muñecos. A Cecilia se le doblan las piernas y un nudo de emoción se asienta en su garganta. Lucía quiere jugar, no ser madre. Toma de la mano a la pequeña y la pregunta que quiere. La niña le pide música religiosa. Le promete estar en la cabecera de lugar donde se practica la operación. Se niega a sacarse su ropa interior. La madre le dice que son los doctores que le van a solucionar el problema. La niña le dice: “Mamá, no me dejes”
 Van hacia el quirófano. Entran. En ese momento el anestesista, la instrumentadora, la enfermera, la neonatóloga, se declaran objetores de conciencia y se retiran. La escena es patética. La niña, y los dos médicos. Si no practican la operación, Lucía volverá a ser violada. No pueden volver atrás. Buscan desesperadamente un anestesista. Lo consiguen de otro hospital. Cecilia decide actuar de instrumentista, superando su objeción de conciencia. Cuando duermen a la pequeña recién pueden retirarle la ropa interior. Le hacen una micro cesárea. Habían pasado 23 semanas y era imposible la vía vaginal
Mientras los PROVIDA protestan, rodean el hospital con una marea de pañuelos celestes.
Cuando Lucía despierta de la anestesia, los médicos reciben la sonrisa de la niña, y la madre rompe en un llanto de agradecimiento. Al salir los esperaba una fiscal que les tomó los datos.
La fiscal Adriana Gianonni, 15 días antes de la cesárea apercibió al personal e instó a proteger la vida desde la concepción.
Los días posteriores son un suplicio para la pareja de médicos. Insultos, amenazas estigmatización social.
La misma fiscal presentó un oficio por la posible comisión de un delito de acción pública, homicidio. Se ampara en una ley sancionada durante la gobernación de José Alperovich de “Protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes y que señala como sujetos de aplicación a toda persona desde la concepción a los 18 años”   
Es la continuación de los ataques que sufren desde que Cecilia escribió una carta el año pasado en pleno debate por la despenalización del aborto. Ahí decía: “Me repugna un país donde después de un aborto, las ricas se confiesen y las pobres se mueren, donde las ricas sigan estudiando y las pobres queden con una bolsa de colostomía, donde las ricas hayan tapado la vergüenza de su embarazo y las pobres queden expuestas en un prontuario policial. La discusión no es aborto si o aborto no. Eso lo dejemos para las discusiones de los creyentes y para tomar nuestras decisiones personales”
Desde ese momento pasó a ser una enemiga. Tuvo que cambiar sus hijos de la escuela donde hasta se prohibió el color verde. Ahí donde viene a dar charlas el medieval pediatra Dr. Abel Pascual Albino. En las calles aparecen carteles de embarazadas con un cuchillo en la mano apuntando a su panza junto con una cruz esvástica.
La suegra del Dr. Gigena, conservadora, católica practicante, en contra de la despenalización del aborto le dijo que estaba orgullosos de ellos.
Mientras en distintas ciudades del país, en la jornada de lucha por el día de la mujer, donde en Buenos Aires se congregaron más de 300.000 personas, fundamentalmente mujeres, con muchas pancartas, una de las cuales también se pudo ver en las manifestaciones de Tucumán: “Niñas, no madres”. En ese día también la dirección médica del Hospital Eva Perón “hace saber que ha fallecido a las 15,30 horas la paciente de sexo femenino nacida el 26 de febrero del 2019, con 25 semanas de gestación y 660 gramos de peso” Precisaron que la causa de la muerte fue una complicación respiratoria grave.     
José Gigena y Cecilia Outsset han decidido quedarse en Tucumán a pesar de las amenazas contra ellos y sus hijos. Han tratado de rescatar a Lucía de distintas violaciones, de la pareja de su abuela, de su padrastro, del estado, de los que en nombre de la vida la ultrajan.
Hacen honor en esa provincia a dos gestas memorables de Belgrano: el éxodo jujeño y la batalla de Tucumán. Son en términos actuales,  los que libran hoy otra batalla de Tucumán.
Seguirán luchando mientras continué habiendo espinas en el jardín 

8-03-2019  



 


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