11 noviembre 2017

LOS SIMULADORES*




El gobierno hace un ejercicio diario de la simulación. Una de sus banderas ha sido disminuir la pobreza. Sin embargo, ha decidido incrementar el deterioro de los salarios, haberes jubilatorios y la Asignación Universal por Hijo. A todos los sectores de ingresos fijos los afecta el proceso inflacionario, los tarifazos disimulados entre las PASO y las elecciones de octubre por su fraccionamiento en cuotas que se acumulan, a los que se agregan los nuevos incrementos de tarifas, con sueldos desactualizados y que quedan a muchos meses de las nuevas paritarias. En nombre de que todos cedan un poco, se propone cambiar el cálculo de ajuste de las jubilaciones y de la AUH por lo cual los sectores de menores ingresos habrán de contribuir con cien mil millones de pesos que van a perder anualmente, un importe equivalente a lo que los sectores poderosos fueron beneficiados al principio de su mandato cada año, eliminando retenciones. Los simuladores sostienen que es una forma equilibrada de contribuir en el esfuerzo. En este extraño mecanismo de equidad, los sojeros tienen la promesa que en el 2018 se disminuirán las retenciones en otro 6%, situación que se debería repetir todos los años hasta llegar al cero.
Los simuladores levantan la bandera que han venido a unir a los argentinos, construir un puente sobre la grieta cuyo origen atribuyen al kirchnerismo. Desde el mismo momento de la asunción han emprendido una cruzada antikirchnerista hasta convertir el sustantivo en un adjetivo descalificativo. Los simuladores hicieron de la polarización una metodología mientras enarbolan un discurso de diálogo y consenso.
Los simuladores aumentan el déficit fiscal, mientras proclaman que lo bajan. Hasta en Clarín puede leerse que es el más alto desde la época de Alfonsín. Afirman que disminuyen la inflación, aunque omiten que lo hacen con relación a la que ellos mismos incrementaron y vuelven aproximadamente a la que recibieron. 
Como no recibieron un país en crisis, como le sucedió en democracia a Ricardo Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde  y Néstor Kirchner, los simuladores que son muy creativos afirmaron que evitaron una crisis futura que nos conducía a ser Venezuela. Ahora en un lugar acogedor, como la Bolsa de Comercio, el Presidente Mauricio Macri sostuvo que “Recibimos un país al borde del 2001”
Los simuladores sostienen que todos los demás son el pasado y que ellos son el futuro. Al pasado lo ignoran, o intentan ignorarlos y por eso en los billetes sustituyen por animales a las figuras históricas. Tienen parentesco ideológico con los vencedores de las guerras civiles, con la Argentina del Centenario, con los intereses económicos que alentaron y promovieron todos los golpes militares, y en democracia en el menemismo. Pero prefieren decir que no tienen historia, sólo un poco más de doce años de existencia, y son el futuro. Mejor dicho: los simuladores se autoproclaman que son la corporización del futuro. Una síntesis conformada por la inexistencia de pasado y solo y exclusivamente por un mañana promisorio donde se accederá a una felicidad generalizada. Una sociedad de emprendedores, jugando exitosamente en la cancha del mercado, escondiendo a los derrotados que no se prepararon. 
Un relato de libro de autoayuda. Es una simulación brillante, una actuación impecable. Mientras la mayor parte del electorado crea que siempre estará por delante un venturoso segundo semestre, los simuladores tienen un hándicap electoral decisivo. Un acto fallido de María Eugenia Vidal reveló la verdadera trama: “Cambiamos futuro por pasado”. Otro fallido histórico memorable, el del dirigente peronista Deolindo Felipe Bittel en 1983, se hizo realidad en 1989: “Entre la liberación y la dependencia, nosotros optamos por la dependencia”
Ese futuro maravilloso diseñado por Alejandro Rozichner y Jaime Durán Barba, expuesto con notable dureza facial por el simulador máximo y sus principales espadas como Marcos Peña y Horacio Rodríguez Larreta, con el certificado IRAM de moralidad expedida por la fiscal republicana Elisa Carrió, permite disimular que en el presente se vende el patrimonio estatal para hacerlo más eficiente y rico, empezando por las usinas termoeléctricas; se moderniza el país reduciendo el presupuesto en Ciencias y Tecnología; se trasladan a los privados los satélites administrados por el Estado y fabricados por la inteligencia nacional; se suprime la entrega de computadoras a los colegios; se desfinancian planes como el FINES para ayudar a los que no pudieron a terminar el secundario;  se atacan  como superfluas e innecesarias a las universidades del conurbano, donde familias asisten como en un sueño hasta hace poco irrealizable a los primeros egresados, esos  mismos a los que les hubiera resultado imposible afrontar una carrera sin esas universidades cercanas.
Los simuladores proponen una reforma laboral en donde se retrocede mucho más de 70 años. En este mundo de emprendedores, los trabajadores pasan a ser tan previsores que mientras trabajan se van forjando su propia indemnización. Aportan gratuitamente sus horas extras y quedan a disposición del empleador para lo que gusten mandar. La vieja bandera de las 8 horas de trabajo diario se hiberna en beneficio de la competitividad. A los empresarios se les bajan las indemnizaciones a pagar, las contribuciones patronales, y el impuesto a las ganancias. Anteriormente ya redujeron un impuesto progresivo como el de bienes personales hasta llevarlas a una tributación insignificante.
Los simuladores son tan generosos con los poderosos que permiten que los exportadores puedan no ingresar nunca las divisas de sus exportaciones.
En una muestra excelsa de simulación, el periodista Ignacio Zuleta en Clarín del 6 de noviembre, afirma que Mauricio Macri le dijo al enviado del Papa, su canciller/ cardenal Paul Gallagher: “Todos los esfuerzos de mi gobierno están dirigidos a recuperar excluidos y a reparar las relaciones de la ética con la economía” Seguramente la materia simulación la cursó en las cloacas de Morón, en los contrabandos desde el Uruguay, en la estatización de la deuda privada del grupo Macri, en los negociados de la obra pública, en actuar como garrapata del Estado en la patria contratista y en la eximia pureza de las empresas off- shore.     
Los grandes diarios que apoyan incondicionalmente a los simuladores sostienen que ahora se ve al verdadero Macri. Una confesión a contrario sensu, que sincera que durante casi dos años hubo una poderosísima simulación.
Los simuladores sostienen la independencia de la justicia porque ahora como dice Marcos Peña no hay privilegios para nadie. Es una simulación interesante porque están o estuvieron excluidos de ser detenidos, denunciados o imputados que podían entorpecer el accionar de la justicia como Mauricio Macri, Gabriela Michetti, Juan José Aranguren, Gustavo Arribas, Luis Caputo, Luis Etchevehere, Federico Sturzzenegger, Patricia Bullrich, Mario Quintana, Luis Caputo y siguen los nombres.
Los simuladores incineran los códigos de procedimiento mientras se hacen gárgaras de republicanismo, al punto que hasta el periodista estrella de La Nación Carlos Pagni escribió: “Son prisiones preventivas sostenidas con alambre. Lo curioso es que con este criterio deberían ir presos muchos funcionarios actuales.” 
Los simuladores sostienen que luchan contra las mafias. La gobernadora de la Provincia de Buenos Aires vive en una base militar presuntamente por los peligros que implica su confrontación con poderosos intereses. Es más potente la imagen que la magnitud de su contienda.
Los simuladores luchan contra la mafia de La Salada, de los abogados laboralistas, de algunos sindicalistas como el llamado Omar “El Caballo Suárez”, pero defienden y elogian la del difunto Gerónimo “Momo” Venegas, donde su hija denuncia a los testaferros de su padre que se apropiaron de una fortuna injustificable. Sólo son mafias las que no son amigas o aquellas organizaciones que no se arrodillan.
Los simuladores luchan contra presuntas mafias con métodos mafiosos. A la procuradora general de la Nación Alejandra Gils Carbó, le forzaron su renuncia presionando jueces, uno de los cuales declaró la inconstitucionalidad de la ley que establecía un sistema de remoción similar a los miembros de la Corte Suprema. Luego en consonancia con el diario Clarín, uno de sus columnistas publicó el teléfono de su hija para que recibiera centenares de mensajes insultantes. Los simuladores sostienen que esto es republicano y hace a la independencia del poder judicial. Elimina unidades especializadas desde la de lavado de activos a la de violencia contra las mujeres; desde la narco criminalidad a las políticas de género. 
Luego en la complicidad con peronistas genuflexos proyectan modificar la Procuración, otorgándole al Poder Ejecutivo una fuerte injerencia en su estructura y en las fiscalías nacionales.
La extorsión se hace incluso por televisión por una contumaz apretadora, la doctora Elisa Carrió, fiscal moral de la República, cuyos rasgos de frivolidad no afectan las simpatías porteñas que despierta, quien sostuvo que el discurso de Mauricio Macri en el CCK, era equivalente al de Alfonsín en Parque Norte. Le respondió el radical Ricardo Gil Lavedra quien afirmó: “la comparación entre Macri y Alfonsín es una torpeza vil o, al menos, una burrada del 80 por ciento". Irritada, Carrió le contestó: "La próxima vez que hablen les voy a decir todos los negocios con el poder que hicieron", "¿Por qué no hablás ahora?", le preguntó el periodista de La Nación. "Porque no tengo ganas, porque estoy curándome, cuando esté divina tipo Susana Giménez lo voy a decir"




Los simuladores manifiestan ser independientes de presiones externas cuando no cumplen las exigencias de los organismos internacionales de derechos humanos, pero se someten servilmente a las mafias de las corporaciones financieras, del grupo Clarín, del Fondo Monetario, y de los grupos económicos locales.
Los simuladores abren la economía en un mundo que la cierra.
Los simuladores se refieren con indisimulable orgullo que incorporaron la Argentina al mundo. Expresión engañosa porque según la calificadora de riesgo Standard& Poor’s, nuestro país está entre los cinco países más vulnerables financieramente, junto a Turquía , Pakistán, Egipto y Qatar, lejos del tan ansiado primer mundo.
A los simuladores, más allá de sus trucos, los números no le cierran. Tienen déficits gemelos y lo que ahorran en subsidios se les va en el pago de intereses.   
Los simuladores ocupan el primer lugar mundial en endeudamiento de un país gracias a los beneficios de “la pesada herencia recibida” y luego tienen que realizar los ajustes que le piden los acreedores para hacer frente los intereses. Sin rubor el Presidente Mauricio Macri dice impertérrito: ¿“Que madre o padre puede dejar a sus hijos deudas y problemas?”
Es el mismo presidente que declara: “ Yo le he prometido a la gente de mi país que siempre les voy a decir la verdad”
Los simuladores son fuertes con los débiles, y débiles con los fuertes.
Los simuladores sostienen que luchan contra la corrupción, sólo con la ajena y ocultando con los medios dominantes la propia que la Justicia Federal ampara. El economista Aldo Ferrer sostenía: “Hay gobiernos con hechos de corrupción y hay gobiernos corruptos en su esencia. Estos ultimos son los que les sacan a los trabajadores para darle a los ricos.”
Los simuladores que no manejan las calles crean situaciones de violencia con infiltrados, para disuadir mediante el miedo para que no concurran los que quieren expresarse. Detienen arbitrariamente a los que no participaron de la violencia, los procesan y los embargan por cifras millonarias. O persiguen a un adolescente que twitteó una canción de cancha que menciona al presidente.
Los simuladores practican un odio exacerbado que va desde la detención de Milagro Sala y la destrucción de las piletas que las utilizaban los que nunca habían podido acceder a ellas y los talleres que daban trabajo, hasta el cambio de nombre de las represas en Santa Cruz. El columnista del diario Clarín escribió el 3 de noviembre: “Después del resultado de las urnas el 22 de octubre, de los globos y de las canciones pop en Costa Salguero hubo una noticia que se celebró a los gritos en la Casa Rosada.  Fue el decreto del último miércoles restituyéndoles el nombre original a las dos enormes represas hidroeléctricas que deben construirse en Santa Cruz, que volvieron a llamarse La Barrancosa y Cóndor Cliff. Y se puso fin a todas las comunicaciones burocráticas que por iniciativa fundacional de Cristina, las denominaban como Jorge Cepernic y Néstor Kirchner. Los ministros explican la decisión con una media sonrisa y la frase de moda. Ese es el verdadero Macri….”Ya se baraja que el Centro Cultural Kirchner pase a llamarse René Favaloro, se supone que no es a propuesta de Horacio Rodríguez Larreta que codirigía el PAMI cuando el cirujano se suicidó entre otros motivos, posiblemente por la sumas que le adeudaban con mucho retraso.
 No es de descartar que los simuladores decidan ascender al Comodoro Py a Brigadier General.       
Los simuladores han ganado y mientras la simulación no se deteriore la Argentina seguirá siendo reconfigurada.
09-11-2017
 

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