14 agosto 2016

BELGRANO NO SÓLO LEGÓ LA BANDERA


El creador de la bandera, con muchos conocimientos de economía, sostenía a principios del siglo XIX: “La importación de mercancías que impiden el consumo de las del país, trae tras de sí necesariamente la ruina de la Nación”.
Ninguno de los funcionarios del gobierno de CAMBIEMOS leyó a Belgrano; sólo las biblias neoliberales. En los primeros seis meses del año, se importó carne de cerdo del Brasil y de Dinamarca, golosinas, chocolates y galletitas. Los quesos importados se incrementaron en un 30%, y en las góndolas también pueden encontrarse manteca y yogures importados. En el colmo del absurdo se compraron en el exterior 5000 toneladas de zanahorias y papas y 3500 toneladas de naranjas. Ni hablar de los juguetes made in China.
En el Clarín del 6 de agosto (página 40) se consigna que cayó el valor agregado de las exportaciones en el primer semestre, los envíos industriales perdieron 5 puntos de participación en el total y en calzado hubo una caída del 28,6%
John Kerry, Secretario de Estado de Barack Obama, hablando en la Cámara de Comercio de los EE.UU en Argentina, afirmó que Mauricio Macri está en el “camino correcto” y que “estamos muy entusiasmados con la oportunidad que se abre en la Argentina” y que el Presidente argentino “se destaca por el magnífico equipo de liderazgo, por su sensibilidad y pragmatismo y por el buen matrimonio entre el sector público y el privado.” Y si esto no era suficiente pidió “que la gente sea paciente y se mostró confiado en la llegada de las inversiones si Macri continua con su reforma.”
Federico Vázquez en Le Monde Diplomatique del mes de agosto, escribió: “El problema del mentado TLC (Tratado de Libre Comercio) entre el Mercosur y la Unión Europea es tan básico  como irresoluble, aún cuando la administración macrista acepte entregar los atisbos de producción industrial dificultosamente construidos desde el primer peronismo hasta hoy (ya sean autos, zapatos, celulares o patentes científicas): los países europeos no parecen dispuestos a abrir sus mercados agrícolas. Es decir, en el mejor de los casos, la “victoria” del gobierno de Cambiemos en la negociación con Europa sería aumentar hasta el paroxismo el perfil primarizado de la economía argentina. Pero ni eso parece probable, en tanto los gobiernos europeos parecen más dispuestos  a cuidar a sus campesinos  que lo que el gobierno argentino se muestra decidido a apoyar  a sus empresarios industriales.”        
Es la diferencia que va en países donde la burguesía ha hecho la revolución burguesa y ha cumplido un papel progresivo en la medida que su proyecto de país implica incorporar por necesidad o conveniencia, poco importa, a otras clases sociales. En cambio en la Argentina, la burguesía agraria, mucho más capitalista que burguesa, sólo incluye a los peones de campo representados por un dirigente gremial que más bien es un representante de los dueños de los campos ante los asalariados, a las empresas que los abastecen y a los empleados  de los mismos. Incluye también a sectores de clase media de servicios y de un estado pequeño, y alguna industrialización de las materias primas producidas.
Fuertemente anti industrialistas, no están dispuestos a trasladar una parte de la renta diferencial de la pampa húmeda a la industrialización del país, como sí lo hace el sector industrial competitivo europeo o norteamericano con los productores agrícolas no competitivos de esos países.
En síntesis: es un programa para menos de la mitad de la población
Sería interesante recordarle a los sectores agropecuarios una frase de William James, el hermano poco conocido del muy reputado escritor Henry James: “Un gran número de personas piensan que están pensando cuando no hacen más que reordenar sus prejuicios
Mientras no logre superarse esa visión pequeña, es como vender el cuero y comprar zapatos: es decir: marchar descalzos.
 

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