06 febrero 2014

NO ES HORA PARA HAMLET



Ser o no ser, el dilema que pone Shakespeare en boca de Hamlet,  atraviesa e inmoviliza a la militancia kirchnerista,  a los que apostaron a un proyecto y  hoy se encuentran entre desconcertados e inmovilizados y muchos desmoralizados. El gobierno, como se ha venido sosteniendo permanentemente desde estas columnas, ha cometido infinidad de errores, retrocesos, mala praxis, llegando simbólicamente a discutir la ley de la gravedad cuando con eufemismos y ocultamientos se escamotearon problemas que hoy irrumpen descarnadamente provocando una erosión política palpable. Sólo la inoperancia o en el peor de los casos la corrupción que el gobierno consintió, puede permitir entender que el Ministro Florencio Randazzo haya hecho en dos años  en materia de ferrocarriles lo que Ricardo Jaime no hizo en ocho.






La destrucción de la confianza relativa que siempre inspiró el INDEC en los sectores mayoritarios de la población se transformó, con su intervención, en un total descreimiento cuyo costo en la credibilidad gubernamental ha resultado astronómico.
Rodearse de chupamedias y alcahuetes es el mejor camino para alejarse de la realidad. Son los que exhiben coloridos paraguas los días de sol y desaparecen cuando llega el temporal y la lluvia se vuelve intensa. Perón lo entendió al final de su segundo gobierno, lo que no le impidió repetir errores similares en el tercero, cuando su salud y su avanzada edad flaqueaban.  
La construcción política de los últimos años ha sido un fracaso. Lo he señalado desde antes del 55% y no por ser un iluminado sino porque era evidente que el camino elegido contradecía ciertos principios políticos elementales. Si el conductor de un vehículo frena cuando hay que acelerar y acelera cuando hay que frenar, no hay que ser demasiado intuitivo para vaticinar que existe una alta probabilidad que choque. La mala praxis continúa, al punto de seguir Cristina Fernández,  amonestando en público a aliados como el Secretario General de la CGT oficialista Antonio Caló, como antes lo había hecho con el Secretario de la CTA favorable al gobierno.   
Cristina Fernández y muchos de sus seguidores incondicionales,   más cerca de una fe religiosa que de una organización política, parece no haber leído nunca aquella frase de San Martín: “Mi mejor amigo es el que enmienda mis errores o reprueba mis desaciertos."
Se puede hacer un largo inventario de errores, omisiones, defecciones e increíbles disparos en los pies. Hay groseros déficits de comunicación, pero ello no puede encubrir o justificar errores de gestión.
Pero no son por los errores fundamentalmente por lo que se realiza este intento desestabilizador que sin eufemismos se puede leer en los medios dominantes, sino por muchos de los aciertos que han perjudicado o no beneficiado lo suficiente a criterio de los que hoy realizan esta enorme embestida.









Insisto: hay un fortísimo proceso de desestabilización en marcha, pero eso no debe servir para amparar u ocultar los errores propios. A esos adversarios, algunos; enemigos otros, no se les debe hacer apelaciones a su corazón, o a su buena voluntad, porque están inmersos en la más elemental lógica capitalista de la cual el gobierno forma parte  por su concepción ideológica. Se les debe aplicar los instrumentos legales que se poseen y que no son pocos en el contexto de una inmensa movilización política.
El proyecto kirchnerista retoma una buena parte de las banderas del peronismo histórico de un desarrollo capitalista nacional, con buena distribución del ingreso, pleno empleo, protección social y crecimiento industrial. Eso para el capitalismo del establishment es casi un delito de lesa humanidad.   
Está en juego todo el importante activo de este gobierno,  que se enmarca dentro de las conquistas y avances históricos de los gobiernos populares.
No es una tarea que deba ser defendida exclusivamente por dos o tres funcionarios que creen que “tienen la precisa”. Cualquier medida económica, aún las más acertada, quedará diluida en la pendiente peligrosa por la que se transita, si no se convoca y se efectiviza, echando realmente el resto, a  ocupar las calles de todo el país.


La presidenta no puede estar físicamente ausente. Si en los mejores momentos su presencia fue abrumadora y en algunos casos excesiva, resulta mucho más contrastante su alejamiento en momentos álgidos.  En este contexto, su hobby de la utilización del twiter, como comentarista de medios,  incluyendo la inoportuna e inapropiada utilización de vocablos en inglés, o con apreciaciones para ser compartidas en la intimidad de su estrecho círculo y no como mensaje público, alimentan las hasta ahora intencionadas críticas de los medios dominantes de cierta abstracción de la realidad. El mismo discurso, el del 4 de febrero, anunciando el incremento a los jubilados que este gobierno fijó por ley dos veces al año, siendo el actual el menor de los otorgados, exteriorizó ciertos déficits en el análisis del cuadro de situación. Las actualizaciones hasta ahora superaron los índices de costo de vida, cualquiera sea la fuente que se tome. Pero no es el caso actual donde el incremento real  de los precios al consumidor de diciembre, enero y febrero esterilizarán el aumento del 11% que se cobrará en marzo y el próximo ajuste es en septiembre.
Hay en esa mirada una exaltación de las muchas medidas positivas que el gobierno ha concretado y a la que dedicó la mayor parte del discurso y poco de medidas coyunturales y nada de las estructurales para afrontar un escenario peligrosamente inclinado.
El discurso presidencial adolece de la misma carencia que el índice de actualización, en esta oportunidad: eficaz hacia atrás, insuficiente en el presente. Se reitera el error de hablar para seducir a los convencidos cuando el gobierno necesita ampliar sus bases de sustentación.
El gobierno intenta denodadamente evitar un ajuste al más crudo estilo liberal, pero el incremento de las tasas de interés para evitar el deslizamiento de los pesos hacia el dólar, el freno a las importaciones de insumos, la pérdida del poder adquisitivo de trabajadores y jubilados tienden a producir un enfriamiento de la actividad económica. En el camino contrario y positivo va el aumento significativo de la ayuda escolar anual.
 El gobierno apuesta a mantener el dólar a $8, perdiendo reservas, hasta que en  abril empiecen a entrar los dólares de las exportaciones de cereales, mientras que los que juegan a la desestabilización acentuarán en estos dos meses la corrida cambiaria. Para entonces se sumará otro frente de tormenta que son las paritarias donde se librará otra batalla en la puja por la distribución del ingreso.     
No es hora para Hamlet. Hay que SER, retomando lo mejor del kirchnerismo,  apropiarse del centro del escenario. Hay que sacar la política del quirófano donde sólo entran unos pocos. Tal vez sea el momento de evaluar la posibilidad de la nacionalización del comercio exterior, de la reforma impositiva y la descentralización del mercado central; de un control exhaustivo en la minería; de una discriminación racional de los subsidios que permitirá reasignar gastos.  Desplegar una política hacia la oposición, que permita dispersar los incipientes alineamientos adversos, al tiempo que permita ampliar las estrechas alianzas gubernamentales. Se debe ser muy claro en los fines y flexibles en los medios, escapando del sectarismo y la soberbia. La Presidenta dio un claro ejemplo político de lo que sostengo en su correcto viraje, al cambiar las características de la relación cuando Jorge Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco.  
 Cuando se considere adecuado, reconocer errores, para ampliar las bases de sustentación imprescindibles y poder afrontar el camino empinado a transitar.
La Presidenta es un cuadro político considerablemente superior a la media política con una excepcional capacidad expositiva. Tiene materias pendientes cuya aprobación debería exponer a examen en la mesa más exigente que es la realidad.  
No SER es administrar la crisis para intentar en el mejor de los casos llegar a  un penoso empate.
O peor todavía, que la salida la monitoreen los de la vereda de enfrente con su farmacopea.



No sólo la disyuntiva de Hamlet atraviesa la hora. San Martín increpa desde sus convicciones del siglo XIX, que tienen una llamativa actualidad: “Serás lo que debas ser, o no serás nada”


6-02-2014              

5 comentarios:

  1. Gran analisis Hugo. Impactante, muy detallado y explicito.
    Ojala se reflexione mucho, y que verdaderamente tengan consideracion los que pueden llevar a cabo esas medidas o ideas necesarias para seguir seguir progresando y puliendo imperfecciones!!!.
    Un fuerte abrazo :)

    @macsifer

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  2. la presidenta es un cuadro superior a la media politica, creo que esta en duda, sino no hubieramos llegado a esta situacion.Me parece que ese es el error de muchos, pensar que es mas de lo que realmente es.

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  3. Comparto mucho de sus conceptos vertidos, uno se enriquece en la discusion en privado con los sullos. cuando te rodeas de adulones y alcahuetes es dificil llegar a buena tomas de decisiones. Hubo una generacion que tubo cojones, cuantos deben estar desperdiciados por ahi, que si sirven para el debate o para la conduccion de algun tema especifico. donde estan.????

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  4. Me parece muy acertada la nota en gral. y sumamente oportuna dada la hora,estamos a tiempo para esos virajes?el movimiento se demuestra andando.

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  5. Hugo, coincido de pe a pa con el artículo (para hacerla corta) , No se si este comentario entra en el blog o como respuesta al último (de Horacio V) Saludos . Patricia

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