29 agosto 2012

UNA ABUELA ADMIRABLE


Hace frío en este invierno que recién comienza. Una mujer de porte elegante y cuya presencia impone respeto se sumerge en sus dolores. El almanaque señala que es el 24 de Junio de 1996. Busca un papel y birome. Dentro de 48 horas, un nieto que busca desde hace 18 años cumplirá esa edad. Le escribirá una carta. El titulo? Carta a mi nieto desaparecido. “ Hoy cumples 18 años .....y quiero contarte cosas que no sabes y expresarte sentimientos que no conoces “. Los recuerdos se entremezclan en la memoria. Se ve a sí misma cuando era directora de una escuela primaria, y su hija Laura, estudiante de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. Entonces era solo Estela Barnes de Carlotto, preocupada por los riesgos de la militancia de su hija, integrante de una generación dispuesta a poner su vida al servicio de un cambio por una sociedad más justa. En esos años oscuros, la muerte circulaba libremente. En palabras de Mario Benedetti “ la vida era nada mas que un blanco móvil, cada noche siempre era una ausencia y cada despertar un desencuentro “. En Noviembre de 1977, Laura desaparece. Estela aun no sabía que su hija estaba embarazada. La familia se moviliza en su búsqueda. Habeas Hábeas y contactos políticos. A través de una compañera, hermana de Reynaldo Bignone, consigue una entrevista con este, en el Comando en Jefe del Ejercito. Los ojos se humedecen. Las imágenes conservan la crueldad de los años de plomo. El general la recibe con su arma sobre el escritorio, En una perorata inconexa no vacila en afirmarle que para él había que matarlos a todos y que mataban a todos. Lo único que le prometió era la entrega del cadáver de Laura. La esperanza volvió a renacer el 31 de diciembre de 1977. Estela y su marido recibieron una carta que decía que Laura estaba viva, bajo las fuerzas de seguridad. La ilusión de encontrarla amanecía con el inicio de 1978. Nunca olvidará la tarde del 17 del abril, cuando una mujer apareció en el negocio de su marido y les comentó que había compartido el lugar de detención con Laura. Estaba viva, embarazada de seis meses, el niño nacería en junio y alentó la posibilidad que al bebe lo dejaran en la Casa Cuna de La Plata. En mayo de l 78 ya tenía conciencia que su drama individual formaba parte de una tragedia colectiva. Pero aun no tenía dimensión de la perversión y crueldad de la dictadura criminal. Por eso, con las demás Abuelas de Plaza de Mayo, Estela tejía, con las hebras de la angustia y la esperanza, el ajuar para el nieto esperado. ¿ Cómo expresar en la carta esta búsqueda colectiva de tantos años?. “ Tus abuelos formamos parte de esa generación que asigna a cada fecha un valor especial y singular. El nacimiento de un nieto es una de esas fechas. El bautismo ( o no ), los primeros pasos, la comunión ( o no ), la caída del primer diente, el jardín de infantes, el delantal blanco y el pedido de: abuelita enséñame las tablas. Son momentos que trascienden. Por eso esta fecha, en que cumples 18 años pasará a ser especial y singular como todas las otras que no pudimos vivirlas contigo. Porque te robaron de los brazos de tu mamá Laura a las pocas horas de nacer, en un hospital militar, esposada, custodiada, para luego furtiva y arteramente robarte para un destino incierto“.

Ahora la memoria se detiene en una Argentina ausente y enfervorizada que realizaba un Mundial de  fútbol a veinte cuadras del principal Campo de Concentración: la Escuela de Mecánica de la Armada. Laura comenzaba con su trabajo de parto en el Hospital Militar, en el momento que Kempes convertía su primer gol en la final con Holanda. Había llegado desde el campo de detención de La Cacha. El 26 de Junio nació Guido. A Laura la dejaron con su bebe apenas cinco horas. Después la durmieron y volvió al centro clandestino de detención. Tal vez en esas escasas cinco horas, le pudo decir a su hijo fragmentos del poema que otra madre desaparecida, María del Carmen Gualdero de García, le escribió a su futro hijo: “ Porque no duerma mi hijo / en una cama de helio / Recogeré el aire de donde queda / Cosecharé el amor de donde pueda...../ Porque no enturbien el agua que beba / Porque no ensucien el mar ni la hoguera / Reuniré el sudor de las luciérnagas / El llanto rebelde de su padre y beberá / de las cuencas de miel de las abejas / De las vacas no contaminadas / De las napas profundas de la tierra... Andaremos los caminos / yo, con los ojos asombrados / Tu con los ojos limpios, nuevos / Andaremos los caminos palmo a palmo, tierra a tierra / Si es que para ese día tu y yo quedamos / Si es  que nos dejan si es que nos dejan...Hijo mío“. Dos meses mas tarde, el 25 de agosto de 1978 asesina a Laura. Cuenta Estela “ Cuando me dieron el cadáver en Isidro Casanova, hubo que reconocerlo, yo no pude porque la cara estaba destrozada, pero mi marido y mi hermano lo reconocieron, yo le pregunte al comisario por él bebe, y él me contestó: “ A mí el ejercito me entregó esto solo. Si lo quiere llevar, firme “. Saco un revolver y lo puso sobre el escritorio. Creo que le dio miedo la actitud de una madre desesperada que le gritaba asesinos, ladrones, corruptos. Ahí empezó otra lucha, la lucha por Laura muerta y mi nieto vivo “ Y por todos los chicos apropiados como botín de  guerra. La vida no le ha devuelto el suyo, pero en cambio formo parte en forma activa de esta gesta notable de devolverle su identidad y su historia a los chicos que le desaparecieron a sus padres. El papel espera. ¿ Como expresar en pocas líneas la lucha y la esperanza?. Estela de Carlotto, Presidenta de Abuelas, figura publica reconocida, continua con esas lagrimas que nunca aparecen cuando desempeña su cargo. “Estarás creciendo en tus soñadores y bellos 18 años con otro nombre, Guido. No es tu papá y tu mamá los que festejen contigo el ingreso a la adultez, sino tus ladrones. Lo que no se imaginan es que en tu corazón y tu mente llevas, sin saberlo, todos los arrullos y canciones que Laura, en la soledad del cautiverio susurró para ti, cuando te movías en su vientre. Y despertaras un día sabiendo cuanto te quiso y te queremos todos. Y preguntaras un día donde puedo hallarlos. Y buscaras en el rostro de tu madre el parecido y descubrirás que te gusta la opera, la música clásica o el jazz (¡qué antigüedad!) como a tus abuelos. Escucharas Sui Generis o a Almendra, o  Papo, sintiéndolos en lo profundo de tu ser porque así lo sentía Laura. Despertaras, querido nieto, algún día de esa pesadilla, y nacerás para tu liberación. Te estoy buscando. Te espero. Con mucho amor. Tu abuela Estela “. Han pasado más de cinco años de esta carta. Estela busca, lucha y espera, mientras las abuelas siguen tejiendo con paciencia, tenacidad y convicción, una historia admirable que merecen sea conocida por sus nietos.


07/08/2001
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