16 julio 2012

REFLEXIONES SOBRE EL MOMENTO ECONÓMICO



A lo largo de los últimos nueve años, el gobierno atribuyó el significativo mejoramiento económico alcanzado, a los méritos de las políticas implementadas, colocando en un lugar muy subalterno las condiciones propicias del mercado internacional mencionadas por la oposición política y económica y sus voceros de negocios bajo el eufemismo de “viento de cola”. A su vez los adversarios políticos y económicos atribuían los avances imposibles de omitir, exclusivamente al “viento de cola”, expresión bajo la cual incluían el incremento permanente de los precios de los productos primarios, en nuestro caso la soja, el petróleo, la carne, los minerales y los granos en general. A su vez, cuando la crisis internacional que afectó al país durante el 2008/2009 incidió en las elecciones legislativas del 2009 produciendo la derrota del gobierno en la provincia de Buenos Aires; o en la actualidad en que se hace sentir con  virulencia creciente, la oposición política y económica y sus voceros de negocios, sólo puntualizan errores internos y desvinculan la situación interna de la internacional. Por su parte el gobierno, que en los momentos de auge hizo propaganda de un país blindado a  las contingencias externas por aplicación de medidas que van afortunadamente en sentido contrario a la que se aplican a los países europeos con mayores dificultades,  hoy acentúa las mismas afirmando que  “el mundo se nos cae encima”, intentando disimular en algunos casos, los errores groseros que ha cometido en la instrumentación de algunas medidas.
Es fácil sostener, porque hace al ABC de la política, que siempre hay una interrelación entre circunstancias internas y externas; que cualquier país incrementa sus posibilidades cuando el escenario internacional le es propicio; pero que se aprovecharán distinto las circunstancias favorables, si se coloca el barco-país en la dirección adecuada por la adopción de medidas internas correctas y luego, conforme a la orientación ideológica del que gobierna, lo ganado se distribuirá de forma distinta y los recursos se invertirán en áreas diferentes.
Tomando distancias, es bueno recordar que al primer peronismo se lo descalificaba porque, como consecuencia de haber mantenido la neutralidad en la segunda guerra mundial, se salió con una posición acreedora y con reservas que en la mitología de la época se graficaba con que “el oro acumulado impedía caminar por los pasillos del Banco Central”. Está claro que Perón usó esos recursos para nacionalizar servicios públicos, desarrollar la industria liviana y dar los primeros pasos en la pesada, mejorar en forma notable la distribución del ingreso y conformar una sociedad con rasgos importantes de equidad. Aunque resulte un ejercicio contrafáctico, es fácil imaginar que si la fórmula triunfante en las elecciones del 24 de febrero de 1946 hubiera sido la de Tamborini- Mosca, el destino de las reservas acumuladas hubiera transitado por carriles diametralmente diferentes, como lo avala toda la historia del país, cuando gobernaron “los Tamborini”
De la misma manera, con los mismos recursos e igual debilidad de origen, muy otro hubiera sido el devenir de estos últimos años si el triunfo en las elecciones del 27 de abril del 2003, le hubiera correspondido a Menem, López Murphy, Carrió o Rodríguez Saá.

DE LA CRISIS QUE VENIMOS  

Diciembre del 2001 implicó el estallido fenomenal del modelo de rentabilidad financiera cuyos cimientos colocó la dictadura establishment- militar y cuyo edificio levantó Menem a lo largo de 10 años con apoyo popular. Es ese modelo donde el dinero hace dinero con inversiones financieras en detrimento de la actividad productiva. Para concretarlo, el riojano demolió “sin anestesia” los aspectos sobresalientes del modelo de sustitución de importaciones. Como consecuencia del estallido del modelo de rentabilidad financiera, el país se sumergió en la peor crisis de su historia. La devaluación enorme, la gigantesca transferencia de ingresos de los sectores medios y populares al salvataje de los grupos concentrados, produjo, con un tipo de cambio muy alto, un proceso reactivador que al tiempo que utilizaba la capacidad ociosa, incorporaba desocupados a la producción, los incluía, creaba una barrera importante para las importaciones y mejoraba la competitividad de las exportaciones. A todo esto Néstor Kirchner adicionó  pasos fundamentales como la subordinación de la economía  a la política, la fuerte presencia del Estado para ponerle límites al accionar depredador del mercado, un no al ALCA cuya incorporación al mismo hubiera tenido un efecto terminal, la negociación y quita de la deuda externa, disminuyendo significativamente la soga que se había colocado en el cuello del país y que había provocado todas las crisis económicas y políticas en democracia
Kirchner consiguió en esos años un mix muy interesante: políticas sociales de los gobiernos populares y un resultado en variables económicas  que lo liberales argumentaban pero que nunca habían conseguido con los gobiernos militares o con Menem.
Superávit comercial, superávit de balanza de pagos y fiscal, los denominados superávit mellizos fueron enarbolados orgullosamente por el santacruceño.

LA CRISIS POSIBLE EN EL HORIZONTE
Con el transcurso del tiempo y con la lentitud en que se fue ajustando el tipo de cambio, el mismo fue perdiendo el conocido doble efecto: dejó de ser una barrera a las importaciones y disminuyó los aspectos beneficiosos vinculados a la penetración exportadora. El notable crecimiento económico no pudo ser acompañado con la misma intensidad por el suministro de energía, que pasó a ser un gigantesco agujero en la cuenta corriente. La inflación cuyo motivo fundamental es la forma que los empresarios responden a la mayor participación de los asalariados en el ingreso nacional, aumentando precios a los efectos de mantener su tasa de ganancias, es difícil de combatir en una economía muy oligopolizada.  
La recaudación empezó a caer en términos reales, los superávit mellizos desaparecieron o van en ese camino. Los subsidios generalizados se incrementaron geométricamente en sus dos acepciones: significó para los sectores populares un incremento importante del poder adquisitivo de sus ingresos y su universalización implicó la inequidad de que sectores que no lo necesitaban lo usufructuaran produciéndose un doble dispendio: el monto del subsidio propiamente dicho y el consumo indiscriminado,  debido al bajo nivel de las tarifas de gas y electricidad con lo que se incrementa la insuficiencia energética y su peso en el monto de las importaciones.
La crisis internacional ha producido una fuga de capitales generalizada que también  ha afectado a nuestro país, potenciada por errores de implementación interna de la política económica.
La necesidad de hacer frente este año a importantes compromisos de la deuda externa cuya amortización baja significativamente en años posteriores, llevó a la necesidad de implementar  medidas de control sobre la adquisición de divisas. Las marchas y contramarchas, la falta de explicitación, el goteo de las decisiones que demuestran improvisación y sobre todo la mención a la pesificación de la economía sin aclarar taxativamente de qué se trataba, llevó a una corrida hacia los depósitos y cuentas corrientes en dólares que produjo una sangría superior a los 5.000 millones de dólares. La adopción de medidas, algunas de las cuales no tienen un soporte escrito que avale la equidad de su instrumentación, crea un espacio a la arbitrariedad incompatible con un orden económico elemental. El control de las importaciones requiere una muy precisa sintonía fina, la habilidad del cirujano que actúa sobre un cuerpo vivo y no el de un carnicero que opera sobre un cadáver. Si no se procede con esas pautas, lo que se evita como fuga de divisas se pierde con disminución de la actividad económica.

MEDIDAS CONTRACÍCLICAS  

Este gobierno, a diferencia de las políticas que implementaría cualquiera de las variantes de la oposición con alguna probabilidad de reemplazar a Cristina Fernández en el 2015, en momentos de crisis, aplica recetas que con cierta elasticidad del lenguaje podemos calificar de keynesianas. Subsidios para mantener la ocupación, planes de viviendas, créditos obligatorios a las empresas de las cuales un 50% deben ser PYMES. Convenciones colectivas con aumento de salarios que igualan o superan a la inflación real, que intentan en principio mantener el consumo y por lo tanto la rueda productiva.  Pero a diferencia del 2008/2009, hay otras procíclicas que llaman la atención. Más allá del conflicto con Scioli,  afectado por serios problemas de gerenciamiento, la remisión de fondos del gobierno nacional a la Provincia de Buenos Aires por una cifra muy inferior a la solicitada, ha provocado el pago en cuotas del aguinaldo, lo que es un gol en contra en relación al mantenimiento del consumo. Por otra parte, la tardanza en el pago a los proveedores de las obras públicas produce el estancamiento de muchas de ellas con el correspondiente efecto de acentuar el camino de la recesión.

REFLEXIONES SOBRE EL MOMENTO ECONÓMICO
Ignorar la crisis internacional en el análisis de la situación como intenta el poder concentrado y sectores de la oposición es una actitud ladina. Tan equivocada como cuando atribuían exclusivamente la mejoría interna en función del viento favorable de la situación internacional.
Por su parte envolver o disimular problemas de política económica interna para disculpar o encubrir errores propios, conduce al gobierno a cerrar las puertas de las soluciones.
Es justo señalar que si no se hubiera adoptado en estos 9 años  un arsenal de  medidas económicas a contramano de las tomadas en los noventa, como el desendeudamiento con acreedores externos y organismos internacionales, la estatización de las AFJP, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, la acumulación de reservas, un tsunami poderoso estaría asolando el territorio nacional.
En ese sentido escribió el periodista Alfredo Zaiat, al tiempo que arremetía contra un caballito de batalla de la ortodoxia: No es usual que las economías mantengan superávit de las cuentas públicas por mucho tiempo. En el caso argentino fue inédito por sus antecedentes. El repentino saldo fiscal positivo se convirtió rápidamente en un fetiche. Por eso resulta importante precisar las fuentes de ese superávit, para relativizar las voces que reclaman su inmediata recuperación, puesto que su origen estuvo asociado a tres fenómenos vinculados con la megadevaluación de 2002. Primero, el aumento de los ingresos del Estado por la recuperación de la economía y reintroducción de las retenciones a las exportaciones agropecuarias beneficiadas por un tipo de cambio real muy alto. Segundo, el ajuste inicial del gasto público. Por último, la menor incidencia de los pagos de los servicios de la deuda por el default y posterior reestructuración de los pasivos externos. Desde una perspectiva histórica, tanto la economía local como las cuentas del Estado han logrado resistir con una mayor solidez que en el pasado el impacto negativo de la crisis internacional. Un aspecto crucial en el frente fiscal es evitar hoy a los zombies de la ortodoxia, que atemorizan con el efecto inflacionario de la expansión del gasto público. Ni en años anteriores ni en éste, el fiscal fue motor de la inflación.”
Es preciso señalar con énfasis ante la aparición de los cuervos de los gurúes neoliberales, que el país tiene una desaceleración partiendo de niveles muy altos de crecimiento y que la actual situación no es comparable ni remotamente con el 2001.
Hay muchos recursos en el país para afrontar la situación y seguir  desplegando medidas correctas como las contracíclicas. Es urgente modificar el régimen tributario de las mineras, apropiarse para el pueblo argentino de las enormes ganancias del comercio exterior, que se  tribute sobre  la transferencia de acciones y se aumente significativamente lo que tributa el juego. Las  políticas nacionales deben encuadrarse dentro de una coordinación regional.
Pero estas medidas, entre muchas otras que se pueden abordar, necesitan de una base de sustentación política que el gobierno disminuye en sus enfrentamientos ríspidos con Moyano y Scioli. Todo esto teniendo en cuenta que en diciembre empezaría a aplicarse en su totalidad la ley de medios y en donde poderosos grupos económicos se verán fuertemente afectados, por lo que es fácil de prever que echarán el resto produciendo permanentes torbellinos.
La articulación política es necesariamente la plataforma de lanzamientos de las medidas económicas a afrontar, que sólo pueden implementarse con una explicitación de las mismas convocando el apoyo  del pueblo y construyendo las mediaciones necesarias que las hagan posible.
13-07-2012                 
Todos los derechos reservados. Hugo Presman. Para publicar citar fuente.

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