11 junio 2012

ERRORES Y HORRORES

 (Segunda Parte)
Las principales editoriales muestran falencias graves en la corrección de los libros que lanzan al mercado. La necesidad de colocar “productos vendibles”, en general perecederos, llevan a prescindir de correctores; o que éstos, apremiados por los tiempos, no lleguen a registrar errores groseros. O en la política de minimización de costos es posible que se contrate a personal con deficiente preparación. Para el ojo entrenado, es fácil encontrar errores de diferente magnitud en casi todos los libros periodísticos. Pero algunos superan las equivocaciones “atendibles” y pasan a ser un verdadero bochorno. Hace algunos años, Editorial Sudamericana publicó “La Montonera. Biografía de Norma Arrostito” de Gabriela Saidon, donde se perpetraron una cantidad inconcebible de errores. Seguramente ello llevó en el 2011 a sacar al mercado una edición revisada, lo que permite confirmar que la primera careció de las correcciones correspondientes. Entre otros productos periodísticos, ahora es Editorial Planeta que ha sacado “La culpa la tuve yo. Militares, ERP, López Rega y AFIP”, del fundador de “Crónica”. Es algo cercano a un libro de memorias. Se dice irónicamente que esos libros se escriben cuando ya en general se ha perdido la memoria. En las primeras páginas, parece que eso ha sucedido; nada más que en una seguidilla de tres de ellas se acumulan los siguientes errores:

Página 10, “Cuando la autoproclamada Revolución Libertadora- encabezada por el general Eduardo Lonardi y el vicealmirante Isaac Francisco Rojas- derrocó a Perón, las primeras palabras de Lonardi  fueron “No hay vencedores y vencidos” ; pero no aceptaron ese pensamiento y a los tres días se tuvo que ir”.
Este comentario es falso. Lonardi asumió el 23 de septiembre de 1955 y fue desplazado el 13 de noviembre del mismo año.

En la misma página 10 se puede leer: “A Arturo Frondizi lo conocí en Bariloche con su esposa , Elena, en marzo de 1963, cuando se exilió tras el golpe civil de José María Guido- su vice desde las elecciones de 1958- tras un pacto entre Rogelio Frigerio y Juan Domingo Perón.”
Aquí hay varios errores en un solo párrafo.  Frondizi no se exilio en Bariloche, sino que estaba detenido en el Hotel Tunkelen y en julio de 1963 recuperó su libertad. José María Guido no dio ningún golpe, sino que fueron las Fuerzas Armadas. Una habilidosa jugada del abogado Horacio Oyhanarte vinculado a  la Suprema Corte de Justicia que actuaba, según algunas interpretaciones, con el apoyo implícito  del presidente derrocado, impidió que el general Raúl Poggi asumiera y en su lugar lo hiciera el presidente del Senado (que era José María Guido, cargo que obtuviera por la renuncia del vicepresidente Alejandro Gómez) encuadrado en un caso de acefalía y para mantener una continuidad institucional. Por lo tanto, la fórmula presidencial fue Frondizi-Gómez y no Frondizi-Guido como se afirma.            
Página 13: “Al teniente general Alejandro Agustín Lanusse lo conocí por su Secretario de Prensa, mi amigo Edgardo Sajón (desaparecido por la Triple A de José López Rega)”
Edgardo Sajón desapareció el 1 de abril de 1977, por lo tanto no es atribuible a la Triple A sino a la dictadura establishment-militar.
En la misma página 13: “El odontólogo Héctor José Cámpora apodado “El Tío”, gobernó durante cuarenta y nueve días con su compañero de fórmula Vicente Solano Lima, tras ganar las elecciones con el 49,5% de los votos sobre los candidatos de la Unión Cívica Radical Balbín- Fernando de la Rúa ( se retiraron del ballotage)”
Nuevamente García mezcla y confunde. En las elecciones del 11 de marzo la fórmula radical fue Balbín-Gammond y no hubo ballotage porque a la fórmula ganadora le faltaba algo más de medio punto para llegar a más del 50%. Hubo ballotage en la Capital para senador entre Marcelo Sánchez Sorondo y Fernando de la Rúa en el mes de abril. Ganó este último y entonces para las elecciones del 23 de septiembre de 1973, el radicalismo enfrentó a la fórmula Perón- Perón con la de Balbín- De la Rúa en donde no podía haber ballotage porque la fórmula peronista sacó casi el 62% de los votos.        
La acumulación de errores en pocas páginas proyecta un manto de duda sobre aquellos hechos que el autor relata y que no pueden ser constatados históricamente.

Las equivocaciones atraviesan mucho de los productos de la industria editorial. Incluso en libros en que no se detectan errores históricos, sí se pueden apreciar equivocaciones argumentales. En el libro de Ceferino Reato “Disposición Final. La confesión de Videla sobre los desaparecidos”, se lee en la página 224, referida a la interna en la dictadura: “Los “halcones” estaban en  contra de varias de las medidas propiciadas por las “palomas”:
·    No querían que el Proceso derivara en una apertura política, aunque fuera gradual y restringida, porque consideraban que beneficiaría a los políticos responsables del surgimiento de la guerrilla y de la crisis del gobierno peronista. Creían que la dictadura debería durar hasta por lo menos mediados de los ochenta, que era cuando, calculaban, podría surgir una nueva camada de políticos.
·    Le molestaban los contactos de Videla y Viola, directos o a través de sus colaboradores, con políticos y sindicalistas.
·    Criticaban aspectos claves de la política económica liberal de Martínez de Hoz, como el auge de los productos importados, el recorte del gasto público y las privatizaciones. El consenso inicial ya había terminado.
·    Cuestionaban el manejo del conflicto limítrofe  con Chile por las islas del canal del Beagle.
No podían cuestionar algo que la dictadura no hizo, como las privatizaciones. De eso se encargó Carlos Menem y con el voto popular en la segunda década infame.
POSDATA DE ERRORES Y HORRORES ( Segunda parte)
En la página 18 de las Memorias de Héctor Ricardo García hay  algunas frases que despiertan una sospecha y gatillan algún sector dormido de la memoria: “Por eso decidí escribir mi propia biografía para matar algunos mitos y, tal vez, para nacer otros. Lo que importa es que éste es un libro “a prueba de balas” en lo que respecta a la información, que es exacta…….Y por eso  es que, después de haber sufrido secuestros, encarcelamientos, pistolas que apuntaron a mi cabeza, fusiles que encañonaron sin miramientos, golpes que me tumbaron casi inconsciente, bombas e incendios en mis empresas, juicios y algunas otras cosas más, no tengo dudas de que hubo  muchas que buscaron acabarme. Y en muchas ocasiones. Cien veces, quizá. Cien veces me quisieron matar…..”   
Ese era el título de un libro publicado por la misma editorial en noviembre de 1993 de Héctor Ricardo García.
Cotejando uno con otro, se puede apreciar que éste es una versión actualizada de aquél, sin que en ningún caso se aclare que el actual reproduce en más de un 80% al anterior.
Demasiadas equivocaciones. Sólo alertados en el actual título: “La culpa la tuve yo.”
Debería presentarse con una pequeña adaptación: “La culpa la tuvimos nosotros” Coautoría de Editorial Planeta y Héctor Ricardo García.
 03-06-2012  
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