22 marzo 2012

PUENTES DINAMITADOS


El conflicto entre el gobierno y la CGT cuyo secretario general es Hugo Moyano parece haber entrado en un terreno de difícil retorno. A esta altura aparece claro que la estrategia del gobierno es la de intentar digitar al frente de la entidad gremial a alguien menos representativo pero más dócil que el dirigente camionero. El arrasador triunfo el  23 de octubre de Cristina Fernández, precedido de un escamoteo de puestos al sector sindical en la confección de las listas, anticipó la ofensiva que se desató posteriormente repitiendo la táctica de Néstor Kirchner con relación a la decapitación del duhaldismo, desplegada a continuación del categórico triunfo electoral por la senaduría de la provincia de Buenos Aires en el 2005, cuando Cristina Fernández infringió una paliza electoral a Hilda “Chiche” Duhalde. 
La inoportuna pretensión  esbozada por Moyano en la cancha de River de intentar un presidente obrero en próximas elecciones, la amenaza de movilizar camiones a Plaza de Mayo por un exhorto de la justicia suiza, el agresivo discurso en diciembre en el estadio de Huracán, fueron pasos potenciados como réplica a una escalada de distanciamiento desarrollado desde la Casa Rosada. Fue  inoportuna la consigna de un futuro presidente obrero, porque un dirigente con indudable poder, no debe proponer algo que su relación de fuerza no le permite instrumentar. Actuó como ciertos dirigentes de la izquierda bullanguera que propone medidas radicalizadas sin contar los actores sociales para poder ejecutarlas. Además ni en el peronismo con Perón vivo, ni en el kirchnerismo se puede intentar discutir el liderazgo, sin que se pague la factura por esa desobediencia.  
A su vez la presidenta usó en reiterados discursos expresiones duras como la calificación no siempre injusta, de extorsión ante reclamos obreros, desechó el proyecto de ley de participación de los obreros en las utilidades de las empresas equivocadamente vertidas en un escenario empresarial, interrumpió todo diálogo con la CGT, y tuvo expresiones desafortunadas con relación a los maestros con lo que colocó en una situación incómoda a Hugo Yasky, su aliado de la CTA pro- gobierno. Está claro que algunos son  errores, pero otros son el despliegue de una táctica de descabezamiento de Hugo Moyano. Se especula desde el kirchnerismo con el alto grado de desaprobación social que tienen los dirigentes sindicales, poderosos en sus áreas específicas, pero imposibilitados de hacer pie en los sectores medios y altos.
Aislado de los medios cercanos al gobierno, el secretario general de la CGT, emprendió un largo recorrido por los medios adversarios y enemigos, donde adoptó un posicionamiento de creciente alejamiento del gobierno y del proyecto iniciado en el 2003, omitiendo las críticas hacia el comportamiento de esos medios que lo han demonizado hasta apenas ayer, y que le tiran un anzuelo envenenado, regocijados de encontrar un posible aliado capaz de erosionar al gobierno en beneficio de franjas considerables del poder económico. Se puede concurrir a los medios hegemónicos a condición que se haga mención clara del papel que han estado cumpliendo desde la vereda de enfrente, desde su posición  antisindical, desde las infamias perpetradas hacia el proyecto, que debería quedar claro, la CGT sigue apoyando. Todo lo contrario hizo Hugo Moyano en el reportaje realizado por Nelson Castro, periodista que siempre habla desde su atalaya moralista, donde el secretario general llegó a un extremo, cuando relacionó su situación con la de la directora de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, y preguntó: "¿Durante cuánto tiempo dijeron que los hijos de la señora Noble eran hijos de desaparecidos? Nos lo hicieron creer a la mayoría de los argentinos. Yo también lo creí. .. En lo mío pasa igual". El jefe cegetista no ignora todas las argucias y chicanas legales realizadas por los abogados del multimedio, que durante una década impidieron conocer la verdadera identidad, ante la fuerte sospecha, abonada por la misma adoptante, sobre la posibilidad que fueran hijos de desaparecidos. Utilizar sibilinamente esta situación para identificarla con la propia es haber dado un paso tal vez irreversible en eso de dinamitar los últimos puentes. Y no se debería descartar bajas importantes en sus propias filas.
El movimiento nacional y popular no puede considerarse tal sino integra en sus filas a los obreros.
Desde la concepción ideológica de la concreción de la alianza plebeya, es decir, la confluencia social de los sectores populares y medios, la fractura del gobierno con la CGT, abre un interrogante sobre la fortaleza del gobierno para desplegar la sintonía fina y mucho más la profundización de un proyecto económico nacional y popular en  el contexto de una crisis económica mundial de notable profundidad.
La situación no ofrece alternativas ni a Moyano ni al gobierno. Al primero, fuera del campo en donde se ubica hasta ahora el gobierno, sólo le queda como aliados fundamentalmente sus enemigos y pondría un epitafio desgraciado a la meritoria lucha de Moyano contra el neoliberalismo menemista y su apoyo vital en los momentos duros que padecieron los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. La fragmentación de la representación sindical en varias centrales débiles es otra alternativa no descartable que debilitaría tanto al gobierno como al movimiento obrero. 
Al gobierno no le servirá, en el caso de triunfar en su estrategia, contar con una dirección de la CGT dócil, pero no representativa de los intereses obreros, al convertirse ésta en una dirección sindical del gobierno ante los proletarios y no como debe ser, de éstos ante la administración elegida por el pueblo.
Es sin lugar a dudas un cruce de caminos, donde se están dinamitando los últimos puentes de una solución favorable para ambas partes.

18-03-2012
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1 comentario:

  1. Para mi no pasa por la docilidad de la CGT, el problema es que Hugo Moyano quiere comer mas del plato de lo que le da el cuero politicamente, entonces extorsiona. El gobierno no puede mantener a un extorsionador serial al frente de la CGT.

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