21 noviembre 2011

DÍA DEL MILITANTE

A 39 años del 17 de noviembre de 1972 
DÍA DEL MILITANTE 
La lluvia se precipitaba con una intensidad desusada sobre la capital de los argentinos.
El mítico avión del regreso correteaba sobre una de las pistas de Ezeiza.
No era negro como lo  había imaginado la fantasía popular. Era el viernes 17 de Noviembre de 1972. Veintisiete años y un mes de la fecha fundacional del peronismo. 
La CGT llamó a un paro para el 17 al cual calificó “Día de Júbilo Nacional”
Luego, el gobierno de Lanusse decreto el feriado con la prohibición de realizar actos públicos.
Una multitud, difícil de dimensionar, pugnaba por llegar al aeropuerto.
 Los tanques y él ejercito obstaculizaban el propósito. Un sueño imaginado por millones de argentinos se estaba concretando. Después de 18 años, el General Perón volvía a su Patria, cambiando el destino inexorable que lo condenaba, como a San Martín y Rosas, entre otros, a morir en el exilio.
 Los  peronistas que cruzaban el río Matanza, para protagonizar un hecho histórico, tan deseado como impensable, no iban solos. Los acompañaba la historia y los ausentes. Los que habían caído en la Resistencia, en la toma de fábricas. Los que habían protagonizado las huelgas y el voto en blanco en las horas oscuras de la prescripción. Los que se habían lavado “las patas en la fuente “, en el histórico 17 de Octubre de 1945. Los que pintaban con carbón en las paredes la P con la V de Perón vuelve. Los que no olvidaban que el hombre que estaba por descender del avión, era el que los había valorado como trabajadores, el que les reconoció la dignidad laboral, el de las vacaciones y el aguinaldo, el de las obras sociales  sindicales, el del estatuto del peón, el que había conseguido para los asalariados una participación en el ingreso del 50 %. Los que habían obtenido el primer colchón, los primeros juguetes, la primera casa, o la  máquina de coser. Los que habían engarzado una lealtad inexpugnable a prueba de diatribas, de ausencia y de distancias.
Muchos años después Ignacio Copani escribiría bajo el título de Militante: “De pantalón con tirantes/ahí va el militante de la resistencia/Tiró algo más de un volante,/se arrastra sangrante por el basural/ Ay, ay, ay, ay…Lucharé y cuando vuelva,/ voy a curarme con mi general……/ Ay, ay, ay , ay..La piba más buena/ y el más brillante del barrio se van./ No sé sus nombres reales, apenas/ sé que hoy a la noche  los veo en un bar./ Ay, ay, ay, Noche de pena/ y hermanos que no volvieron jamás”  
 La lluvia se precipitaba con una intensidad desusada. El cielo gris ocultaba el sol que alumbraba de alegría a los peronistas. Ese 17 de Noviembre terminaba una larga pulseada protagonizada por Perón y Lanusse. Una apasionante partida de ajedrez. El Presidente militar, un gorila de la primera hora, que había estado cuatro años con el traje a rayas en Rawson, era un hombre inteligente y audaz. La agitación social que conmovía a la Argentina, no podía solucionarse con la proscripción.
Había que negociar con el exiliado en Madrid. Se le devolvieron los salarios caídos y el cuerpo embalsamado y ultrajado de Evita. Se le propuso el GAN (Gran Acuerdo Nacional) Luego que ambos – Perón y Lanusse – renunciaran a sus aspiraciones presidenciales. El ex presidente le respondió con ironía: “Que Lanusse renuncie a la presidencia, es lo mismo que yo renuncie al trono de Inglaterra “. Lanusse lo provocó con aquella frase histórica: “ Perón no viene porque no le da el cuero “. Cuando “El Cano “tenía que conjurar las críticas de su frente interno, profundamente antiperonista, afirmaba “Nosotros no llevamos la espada de adorno “. Perón le respondía: “Tiene razón, el General Lanusse, no es la espada lo que tienen de adorno, es la cabeza “.
Pero todo eso era historia ese 17 de Noviembre. La lluvia se confundía con las lágrimas peronistas.
La foto de José Ignacio Rucci, el secretario de la CGT burocrática, con el paraguas protegiendo al recién llegado, forma parte de la galería de ese día.
Luego vendría la reclusión en el Hotel Internacional de Ezeiza.
En algún momento de la noche se montaron las ametralladoras para impedir la salida.
 Al día siguiente Perón se trasladó a su casa de la calle Gaspar Campos. Y se inició el desfile incesante. Luego vendrían las reuniones en la confitería “ Nino “ de Vicente López, el encuentro con Balbín y su vuelta a España, pasando por Asunción, donde se proclamó orgullosamente “General del Ejército Paraguayo “, ante la irritación de sus pares argentinos.
Todos los pasos necesarios para abonar el triunfo de la formula Cámpora – Solano Lima, el 11 de Marzo de 1973.
Lo imposible había sucedido. Perón había regresado y Héctor José Cámpora, en Mayo adelantó la primavera. 
 En esos días de un optimismo inexpugnable, la historia parecía abrazar el futuro. Las contiendas internas del peronismo, dirimidas en forma feroz, entre “ la patria peronista “ y “ la patria socialista “, se exteriorizaría en el segundo regreso, el 20 de Junio de 1973.
En un día luminoso, la fiesta concluyó en una tragedia, “la masacre de Ezeiza “. Un anuncio de los días que vendrían.
Pero como diría Chesterton, “ Eso....... eso ya es otra historia “.



* Actualización de una nota publicada el 17 de noviembre de 1999.
17-11-2011
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